Un grito ahogado escapa de mis labios, mis manos se dirigen automáticamente hacia mi cuello donde una gruesa cuerda lo envuelve tenaz. Respirar, puedo respira pero no mover mi cuerpo, se encuentra adormecido a causa del poco oxigeno. Desesperación. Abro mis ojos lo suficiente para ver donde estoy, la incandescente luz me ciega por instantes hasta que me acostumbro a ella; Una sucia pared color ocre me da la bienvenida, manchas de lo que parece ser sangre cubren casi completamente su vértice derecho. Adrenalina. Mi pulso de acelera al escuchar pasos que provienen del exterior, alguien viene por mi. Madera cruje, abren la puerta tímidamente, lo suficiente para que una tibia brisa inunde la habitación.
El intruso avanza despacio hacia mi, sus orbes castañas miran mi cuerpo desnudo tendido en el suelo.
No, no hagas nada, sólo mira.
- ¡¿me amarás ahora?!
No todos nacen para amar, nosotros no hemos nacidos para amar ni ser amados. Somos miseria, tu me has hecho miserable.
Nadie podrá tenerte jamás, nadie querrá tenerte jamás.
Su voz me estremece, es el final.
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