Un gran letrero de llamativas luces rojas adorna mi cabeza: ¡cuidado!, debes tener precaución en tus actos. Yo solía actuar con la naturalidad y simpleza que acompaña a alguien en la flor de su juventud, hasta que una serie de eventos muy desafortunados me hicieron estrellar estrepitosamente contra un grueso cristal llamado realidad; Desde entonces comprendí que todas las decisiones que tome en algún momento, por muy banales que parezcan ser, pueden acarrear grandes consecuencias que me pueden arrastrar en un santiamén a las oscuras aguas del dolor.
Nadie nunca será lo suficientemente sabio como para decidir correctamente siempre, todos (a mi parecer) tomamos decisiones desafortunadas, pero la clave esta en ser capaz de adelantar a la calamidad y poder optar por lo menos dañino para nosotros.
0 comentarios:
Publicar un comentario