Hace instantes acabo de corroborar algo que siempre supe, pero que trataba de ignorar: no le importo. Hasta hoy, siempre mantuve la esperanza de que me quisiera, de que le importara, llegué a pensar incluso que me amaba... pero la verdad se presentó ante mi de un solo parpadeo.
Definitivamente hay días en que he estado mejor, hoy no es uno de esos días. Lo bueno de todo esto, lo bueno de sufrir, es que a la larga es la mejor forma de aprender; hoy aprendí que mi amor no es valorado por todos, que debo guardarlo bajo siete llaves y entregarlo a quién sepa cuidarlo.
No tengo que darle mucha importancia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario